La irrupción de las tabletas en las aulas no impide el uso del libro; y viceversa: el manual tradicional de Lengua y Literatura españolas no cierra a las tabletas su presencia en el curriculum.
Mediante los nuevos contenidos digitales (que la mayoría de los libros ya presentan en cedé o en red) es posible adaptar o instalar los materiales con los que se va a trabajar en los dispositivos móviles (tabletas, smartphones, etc.). De este modo se ahorra papel, tiempo y peso: tres inconvenientes de la enseñanza a los que tienen que hacer frente tanto el alumno como el profesor.
Obviamente, habrá actividades en las que sea necesario el libro (como la resolución de ejercicios de forma conjunta, por ejemplo) y otras donde el libro imposibilite la nueva forma de leer: hipertextual. Los enlaces (imágenes, videos, audios, etc.) que facilita la electrónica no están al alcance de unas páginas fijas donde la única ventaja que se me ocurre es la facilidad de lectura.
Así pues, el uso de libros y tabletas en clase es posible y recomendable para adaptar la teoría a la práctica y a las necesidades del alumnado, inmerso ya por completo en esta nueva etapa vital y educativa.
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