ÉRASE UNA VEZ...
LA EDUCACIÓN EN EL 2030
Ya
era hora de levantarse. El sol comenzaba a lanzar sus primeros rayos y mi
gatito Misi ya estaba impaciente por que le hiciera caso. Todas las mañanas,
Misi tenía la costumbre de despertarme dándome toquecitos con la patita y, la
verdad, prefería un toquecito cariñoso de mi gato a un frío e impersonal robo-despertador.
Aquella
mañana tenía una cita importante. ¡Por fin iba a conocer a mis alumnos en carne
y hueso! Después de cientos y cientos de clases vía holograma, iba a conocer a
gran parte de mis alumnos. Lo cierto es que no fue especialmente fácil acordar
un día, una hora y un lugar específicos, pues, prácticamente, cada alumno
provenía de un pueblo, una comunidad o un país distinto. Mis alumnos y yo empezamos
a planear el encuentro en 2028 y, finalmente, decidimos que la mejor fecha
sería el 7 de junio de 2030 y, el mejor lugar… un lugar de La Macha. Tenía que
ser en una época del año en que la climatología mundial nos diera un respiro;
cada vez es más peligroso salir de casa; ya sabéis… los cambios bruscos de
temperatura, el sol abrasador, las lluvias torrenciales y los constantes
tornados nos lo ponen muy difícil. ¡Si no fuera por los eco-bosques…!
Mis
alumnos y yo habíamos quedado a las doce de la mañana en ese lugar de La Mancha;
íbamos a hacer lo que antiguamente se llamaba “una comida de clase”. Cuando yo
era jovencita fui a alguna que otra y era divertido, la verdad.
Cuando
ya estaba preparada para salir, llamé a un aero-taxi para que me llevara a la Google
Travel de mi ciudad; la teletransportación vía Internet, hoy en día, es mucho
más segura y ecológica que cualquier otro medio de transporte; merece la pena
pagar su coste por el bien de todos.
El
encuentro con mis alumnos fue muy emotivo, hacía mucho tiempo que no me sentía
tan bien acompañada. Esta cita me hizo recordar los buenos momentos que viví en
el instituto y en la universidad cuando era joven. Conforme fueron pasando los
años, los gobiernos fueron invirtiendo cada vez menos dinero en centros físicos
para la enseñanza, pues su mantenimiento suponía grandes sumas de dinero, tanto,
que acabamos por tener una educación a distancia, desde nuestras casas; algo
que se afianzó debido a los peligros climatológicos que fueron aconteciendo.
Este nuevo sistema educativo se ha hecho tan impersonal últimamente, que me
hizo olvidar la satisfacción que se siente estando rodeada de personas de carne
y hueso.
Da pavor imaginarlo: un futuro en el que el calentamiento global y los recortes borran todo contacto humano y el conocimiento está definitivamente mediado por la pantalla...
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